El cuidador de leones
El
león es un mamífero de la familia de los felinos. La mayoría de ellos
viven en la sabana africana, en zoológicos y otros lugares en
cautividad.
El
león es un animal de costumbres. No hay que alterarlo ni cambiarle las
rutinas ya que eso podría ponerlo agresivo. Basta con darle de comer
cada día a su hora, dejarlo a su aire y el animal estará feliz.
Como
cada mañana el cuidador de leones entra en su lugar de trabajo y toma
asiento a la espera del animal. LLeva en la mano izquierda un cubo con
toda la carnada fresca del día. Algunos trozos pequeños para el
principio y luego grandes piezas jugosas y grasientas. Justo como al
león le gustan.
Al principio, el león lo ignora, apenas una mirada. No
tarda en acercarse. Olfatea al cuidador de leones con actitud
desconfiada. Para entonces el cuidador de leones ya ha dejado una pieza
de carne a la vista. El león no vacila y muerde la pieza. Levanta la
cabeza, pero el cuidador de leones ya tiene el siguiente trozo listo en
la mano. Lo alimenta. Le da de comer. Empieza por algo ligero. Un par de
comentarios sobre los informes que realizó el día anterior. Entonces
empieza con los trozos más grandes. El cuidador de leones le pregunta si
ha visto llegar tarde al subdirector general. El leon ríe. Un par de
comentarios más sobre el subdirector general, y el león ya está
engullendo todo entre risas y sarcasmos. Clava sus uñas en el cubo
metálico y sumerge la boca en el recipiente. Escupe su sarta habitual de
comentarios y críticas sobre el subdirector general, mientras le se agitan
los churretones de sangre que le cuelgan de la mandíbula. Al cabo de un rato se da por
satisfecho y vuelve a su mesa, apenas a unos metros de la del cuidador
de leones.
Así cada día en la oficina. Deja que se le acerque el león. Le da rienda suelta y escucha como escupe una nueva colección de improperios sobre el subdirector general hasta que se queda satisfecho y vuelve a su mesa. Si no lo hace, es posible que el león se quede con ganas. Esté hambriento, se vuelva agresivo y ataque al que tenga más cerca.
Así cada día en la oficina. Deja que se le acerque el león. Le da rienda suelta y escucha como escupe una nueva colección de improperios sobre el subdirector general hasta que se queda satisfecho y vuelve a su mesa. Si no lo hace, es posible que el león se quede con ganas. Esté hambriento, se vuelva agresivo y ataque al que tenga más cerca.
Por
eso la mañana en que el subdirector general fue promovido a otra sede,
el cuidador de leones se quedó sin nada con que alimentar al león.
Tuvo que ser rápido.
María
no era mala persona, tampoco mala compañera de trabajo. Su único
defecto fue estar de recepcionista a la vista de todos, expuesta a la vista del león y del cuidador de leones. No
fue culpa suya. Había que alimentar al león.
*La imagen la tomé prestada de internet
Comentarios