La fotocopiadora


Como cada mañana la fotocopiadora carga una gran bolsa de basura negra. La carga sobre su espalda, cogida con las dos manos como si fuera una saco mientras que recorre la distancia que separa el contenedor azul de papel del local que ocupa su copistería.
La copistería es una local cuadrado. Tiene las paredes pintadas de blanco. En una esquina hay pequeño televisor que siempre está encendido sin voz. Dentro del cubículo se suceden un par de fotocopiadoras de color plastico-blanco-después-de-algún-tiempo intercaladas con armarios bajos de madera contrachapada también blanca a que su vez hacen de mesas. La sala está divida por un mostrador parecido al de una barra de bar también blanco desde donde los clientes esperan. El mostrador es lo suficientemente alto para que haya dos ordenadores debajo y los clientes no sepan que teclea la propietaria de la copistería. La fotocopiadora es una mujer de unos cincuenta años. Tiene el pelo canoso, con un corte de pelo como de hombre, corto. Como de hombre militar. Es mayo. Lleva un jersey de cuello alto negro. Viste unos tejanos también grises-negro gastado.
La fotocopiadora le entrega las fotocopias a la clienta. Falta una hoja dice la clienta. La fotocopiadora responde que le dio ocho hojas y eso es lo que ha fotocopiado. La clienta no se atreve a seguir preguntando. Paga y se va. Un chico espera a que le impriman un trabajo de la facultad. Son cuatrocientas páginas. La fotocopiadora dice que hay paginas mal configuradas. Saldrán mal. El chico no se atreve a replicar.
La fotocopiadora se pasa la tarde haciendo fotocopias. También atiende a gente.
A las 20:00 cierra la tienda. Baja la persiana metálica. Barre el suelo. Vacía las papeleras. Apaga las luces fluorescentes del techo. Solamente deja encendida una pequeña lámpara.
Ahora mastica un sandwich de pan de molde mientras mira sin mirar el televisor. También hay otro sandwich más pequeño envuelto film transparente y un tetrabrick de zumo de melocotón pequeño con una pajita para beber.
Coge un rotulador negro de uno de los cajones y un bote de tempera blanca. Coloca ambos encima de un estante que hay sobre una de las fotocopiadoras.
Aprieta algunos botones en la máquina. Ajustes de impresión, tamaño, 80%. Entonces abre la tapa superior de la máquina introduce su mano abierta. Se hace una fotocopia de la mano. El resultado es una mano más pequeña. Como una mano de niña. Es su mano-niña. A continuación se fotocopia el antebrazo. El codo. Une las distintas fotocopias con celo siguiendo la forma natural de su propio cuerpo. También se fotocopia el pecho, el torso y el resto de todo el cuerpo. Por último su cara.
La fotocopia de su cara aun está caliente. La coloca sobre uno de los muebles que hace de mesa. Coge un pincel muy fino y lo sumerge en el bote de tempera blanca. Pasa el pincel por la parte superior de su rostro pintando blanco dónde antes había cabello fotocopiado. Pasa el pincel por debajo de los párpados. Algunas pinceladas sobre la frente. Pinta un poco la comisura de los labios. También pinta de blanco las mandíbulas fotocopiadas que antes eran dos líneas rectas.
Entonces coge el rotulador negro y da unos trazos muy largos desde la frente hasta casi tapar las cejas haciendo una ligera curva.  Los traza siempre saliendo desde el mismo lugar. Con mucho cuidado dibuja una línea pequeña línea hacia arriba en la comisura. Como una pequeña sonrisa. A continuación traza la mandíbula más redonda que la anterior. Luego fotocopia la hoja. Engancha la nueva fotocopia de  su cara al resto de fotocopias con celo, justo por encima del cuello. Ahora tiene una fotocopia de sí misma formada por pequeñas fotocopias de su cuerpo. Con mucho cuidado la coloca sobre una silla, con las piernas dobladas hacia abajo y la espalda muy recta. La fotocopiadora la mira. La fotocopia resultante no es una fotocopia idéntica de sí misma. Su pelo es más largo, y no tiene arrugas. Parece una niña de sí misma. La niña sonríe allí donde ella le pinto la sonrisa, y la fotocopiadora le devuelve la sonrisa. Luego desenvuelve el sandwich y se lo da. Al principio le cuesta masticar después de un par de mordiscos come más decidida. Cuando se ha acabado el sandwich, la fotocopiadora coge el tetrabrick de zumo clava la pajita. La niña bebe sedienta. Luego juegan al escondite. La niña siempre se esconde dentro de los armarios más grandes. Grita y ríe cuando la copistera abre la puerta y la encuentra. La copistera siempre le devuelve el grito acompañado de agudas carcajadas. Se persiguen corriendo dando vueltas alrededor de las fotocopiadoras. Cuando ya se han cansado se estiran en el suelo y las dos dibujan con ceras en unas cartulinas de colores tamaño DIN2. Dibujan casas marrones, soles naranjas y bosques verdes. Después los recortan y los enganchan sobre los muebles con pegatinas de papel de esas que sirven para poner los nombres. Finalmente la niña dice que tiene sueño. La fotocopiadora la acuesta mientras le cuenta un cuento sobre una hormiga roja. Con las dos manos la tapa y extiende sobre ella una larga hoja de papel de regalo azul que ha cogido del rollo que hay en el mostrador. Después lo recoge todo de nuevo. Desengancha los dibujos de los muebles. Pone las tijeras en su sitio. Guarda las ceras en uno de los armarios. Barre el suelo. Vuelve a vaciar las papeleras y lo tira todo en una gran bolsa de basura de color negro.





* El dibujo infantil es mío.

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